De nuestra mayor consideración:
Por medios periodísticos se ha informado que el próximo 25 de mayo, en ocasión de la conmemoración del aniversario número doscientos uno de la Revolución de Mayo, participará en su carácter de Jefa de Estado del Te Deum que se celebrará en la Catedral de Resistencia, Provincia de Chaco. Creemos que existen contundentes razones para pedirle que no lo haga, y comience así, con un gesto simbólico, el camino hacia un Estado argentino laico, respetuoso de la libertad de conciencia de sus ciudadanas y ciudadanos.
En primer lugar, pedimos que no sea visto esto como una afrenta a sus más íntimas convicciones religiosas o elecciones de conciencia: simplemente, entendemos que con su concurrencia a la celebración de un credo particular en su carácter de jefa del estado argentino atenta contra la libertad de conciencia de los millones de argentinos y argentinas que no profesan el culto católico apostólico romano, ya sea porque eligen otros cultos o porque deciden no profesar ninguno. Nada tenemos que decir sobre su participación en actos de este tipo con carácter privado.
Vale aclarar que los alcances del mandato del art. 2 de nuestra Constitución Nacional fueron debidamente aclarados por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia y otros tribunales, así como por los estudios de destacados constitucionalistas; de ninguna manera surge que el jefe o la jefa de estado tenga obligación alguna de participar de estos actos, ni que tales celebraciones religiosas deban tener carácter público.
Por el contrario, el dar carácter público a actos religiosos de un credo o sistema de creencias específico solo amplía la situación de discriminación a otros sectores religiosos, como así también a no creyentes o a quienes adhieren a otros sistemas de creencias no encuadrados dentro del ámbito de las religiones. Esto aún cuando se permita la participación de ministros de algunos otros cultos, puesto que en tal situación las personas no creyentes no se verían representadas en su carácter de ciudadanas y ciudadanos en este acto, así como también quienes pertenecen a religiones diferentes a la católica continuarían siendo tratadas en inferioridad de condiciones. En ese sentido, el carácter pretendidamente ecuménico de estos actos no hace más que encubrir la injusta situación vigente en lo relativo a la libertad de conciencia.
Más allá de este amplio marco de observaciones generales, que creemos deberían ser tenidos en cuenta para todos los actos públicos, no podemos dejar de considerar el contrasentido que representa la celebración de la Revolución de Mayo en el ámbito de la Iglesia Católica Apostólica Romana, habiendo sido precisamente esta institución, en acuerdo con la Corona Española, el principal obstáculo a los movimientos revolucionarios de América.
Los Papas Pío VII y León XII condenaron la Revolución Americana en sendas Bulas, en las que se referían a nuestros próceres como "langostas devastadoras de un tenebroso pozo", y se referían a los gobiernos que se estaban formando como "esas Juntas que se forman en la lobreguez de las tinieblas, de las cuales no dudamos en afirmar con San León Papa, que se concretan en ellas, como en una inmunda sentina, cuanto hay y ha habido de más sacrílego y blasfemo en todas las sectas heréticas".
Sin duda alguna, la perspectiva histórica hará que tanto el Estado Vaticano como el Reino de España saluden hoy en día la libertad de los pueblos americanos. Pero en cualquier caso, conmemorar en representación de todas y todos los argentinos aquellas jornadas históricas en el ámbito de la iglesia católica resulta casi tan contradictorio como lo sería hacerlo en la Embajada de España.
Entendemos que el peso de la tradición puede opacar a veces nuestra visión de esta cada día más democratizante realidad social, pero confiamos en que la reflexión sincera la llevará a tomar la mejor decisión.
Esperamos que este sea un hito en el largo camino que debemos seguir para alcanzar un estado realmente laico.
Quedamos a su entera disposición y sin otro particular la saludamos muy atte.,